Micro-relatos


Aquí dejo cuatro micro-relatos que escribí hace un tiempo. Como son cortitos me pareció mejor ponerlos todos juntos en una entrada. Me saltaré por esta vez lo de poner una cita en concordancia con el relato porque la cita casi sería mas larga que el relato en sí.

 

Sombras

Me tambaleo por pasillos de tenue luz. Sombras me golpean la cara. Busco algo que sé que no existe; Un sentido. Pero aún así lo busco. Mientras busco me mantengo alerta, fuera de su alcance. Pero las sombras siguen chocando contra mí, como olas contra un rompeolas. Mi voluntad es férrea, pero temo por mi integridad.

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La Dama de Negro

Se movía proyectando una estela negra a su paso. Sus movimientos delicados pero precisos, gráciles pero firmes. No dudaba. No temía. No anhelaba. Cumplía su cometido, nada más. En un hombro, peso que solo ella podía soportar, el destino del mundo. En el otro una cuchilla forjada para cortar sueños y propósitos. Máscara de nácar y cuencas de noche sin luna. Todos la conocemos. Todos la tememos. Es el cuarto jinete y tarde o temprano bailarás con ella.

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Raíces

Allí estoy, con la mirada perdida. Me envuelve un manto de tedio. Pero me siento demasiado cansado para desembarazarme de él. Empiezo a pensar como una planta, como un árbol. Pienso en echar raíces y no moverme si no es mecido por el viento; En ser bañado por los rayos del sol y sentir el frío del rocío recorriendo mis hojas, haciéndome estremecer pero sin estremecerme. Inerte. Inmóvil. Impasible. Pero solo es un sueño. Alguien me zarandea y vuelvo a ser de carne. Con suave piel en lugar de áspera corteza. Con roja sangre en lugar de savia. Con movilidad en lugar de quietud. Vuelvo al trabajo.

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Pesimista

En este momento terroríficas brumas me rodean. Quien puede si no intuir el peligro que se esconde ahí fuera, en las tinieblas, agazapado como un cruel depredador que solo piensa en su supervivencia, al margen del endeble código moral humano que nos asiste a día de hoy. Pero aquí, en el insalubre desconcierto y la persistente ignorancia tampoco estoy a salvo. Pues el no saber, no es escudo que refute los males del mundo moderno. No existe un dios a quien suplicar, pero suplicamos. No existe un demonio al que temer, pero tememos. Quien sujeta la cuerda cual verdugo que oculta su nombre y rostro bajo la capucha no es otro que yo mismo. Mientras me niego a saber, me niego a sobrevivir. El miedo a lo desconocido no es mayor que el miedo a lo que conocemos. ¿Llegará el día en que nos levantemos horrorizados a ver la muerte que hemos levantado a nuestro alrededor? ¿Llegará el día en que nos arrepintamos de lo que hemos hecho? Yo lo hago hoy. Y me doy cuenta de que no estoy ciego, solamente soy insignificante.

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